https://youtu.be/ecH1mEqejUw
Aún tenemos en nuestras retinas la imagen de la Plaza del Obradoiro, la Catedral de Santiago de Compostela y la Ruta del Camino Francés, ruta iniciática por la que se seguía la estela de la Vía Láctea.
Con los ojos vidriosos por la emoción recordamos todo el proceso que hemos vivido desde que emprendimos esta aventura: cuando nos comunicaron que íbamos a realizar este viaje, la formación del grupo, las excursiones de entrenamiento, el diseño de las etapas, la organización del viaje, la implicación e ilusión de todos los compañeros a medida que se iba acercando la fecha, las palabras de ánimo o la ayuda recibida. Todo ello se convertía en pasos imaginarios que nos acercaban a la fecha señalada. ¡A nuestro gran reto!
Una vez allí, esos pasos imaginarios se hacían realidad. kilómetros de esfuerzo, cansancio. Frente al desánimo nos encontramos el compañerismo. Abrazos y palabras de apoyo que cambiaban el:
– ¡No puedo más!
Por un:
-¡Sí puedes, adelante, no te rindas!
Hemos sido un grupo sin distinciones que unido ha superado las adversidades tanto climáticas (calor, lluvia o granizo), como físicas (agujetas, dolores y ampollas); un grupo que se crecía, consolidaba y unía a cada kilómetro recorrido, compartiendo valores como la amistad, cariño, empatía, esfuerzo, autosuperación.
Con este artículo queremos felicitar a nuestros residentes, y darles la enhorabuena por su buen comportamiento, actitud y predisposición.
También queremos decirles que estamos muy orgullosos de ellos; no sólo por la hazaña física, sino por lo que nos han enseñado a nivel personal, por demostrar que no hay barreras ni límites, que todo esfuerzo ha merecido la pena y por ver sus caras plenas de felicidad donde siempre había una sonrisa.
Gracias también a nuestro centro, La Morenica, por confiar en nosotros y dejarnos vivir este sueño.
¡Buen Camino!